There's music in everything, even defeat. (Hay música en todo,
incluso en la derrota)
—Charles
Bukowski
2015 para muchos, sigue de primero en la lista de los
años más complicados hasta ahora. A lo mejor no lo sea en algunos casos, ya que
han habido peores circunstancias, pero no para quienes no estamos
acostumbrados. Al comenzar a escribir este post, ya había liberado algo del
peso que se acumuló durante el día. El letargo que experimenté hace un
trimestre tuvo su repercusión hace unas semanas. Quizá el de hace cinco meses
se le sumó, y no tuve otra alternativa que dejar que se instalara como la visita
incómoda menos esperada (de igual manera uno la atiende). En todo caso, me he
prometido escribir para que todo fluyera a medida que pasaba el tiempo, pero el
hecho de procrastinar por mera pereza hizo que justo hoy me propusiera a
dibujar a través de este escrito.
La vida siempre se presenta al contrario de como se realiza
en la rutinaria actividad de la enseñanza: primero, evalúa (pone la prueba) y
luego es que plantea la lección (aprendizaje). Lo recordé al ver esta mañana
una de esas imágenes motivacionales en Instagram. Como si estuviera escrito en
alguna parte de la hoja de la suerte/destino de cada uno de nosotros, las
palabras llegan en el momento justo para marcar y dejar la huella indeleble. Y
sí, trillada y todo, la frase se me quedó grabada así como cuando se ve al sol
o a un bombillo, y persiste esa imagen residual azul o violeta en la visión. ¿Quiénes
no han pasado por “la lección de sus vidas”? Lo más bonito (¿?) de todo es que,
si aún estás vivo (a), no dejarás de pasar por ahí: ser probado y luego enfrentar
el aprendizaje. Basta con que uno cometa un error después del ensayo. Ahí está
la magia del ser.
“Gracias a la vida”, cantaría Mercedes, nunca falta la
palabra alentadora cuando del abrazo se prescinde. Justo cuando más se
necesita, y uno cree estar a punto de desbordarse, brotan de ciertos alientos
aquellas luces de comprensibilidad o empatía. Ahogarse en alcohol o simular que
se está feliz celebrando siempre fue el camino verde. Y lo es. Aquí recuerdo al
realistamente sucio Bukowski. Algunas personas pierden peso, no se bañan
(caso fuera de lugar, pero pasa), no comen o simplemente deciden hacer un
racionamiento de discurso y en caso extremo, quedarse en el inmaculado silencio.
Yo, apelé al mutis, pero en ciertos contextos. Dar clase de inglés con señas no
es muy buen plan, pero por los lados se me notaba la extrañeza, la extrañeza de
extrañar.
De igual manera, y al hacer alarde del título de esta
entrada, además de la primera línea, este año ya tuvo su cierre y un nuevo
comienzo. Ni siquiera tuve que esperar a diciembre para decirlo, sino que antes
que se partiera en dos semestres, 2015 me sorprendió y ni siquiera lo tuiteé el
1 de enero. Este año ha empujado a mucha gente a crecer de manera violenta, a
madurar con papel periódico, pero en especial medida para mí, a soltar. Soltar implica, quizá, “dejar a un lado el
saco de arena y dejar que el globo suba”. Esta frase viene de una película llamada
Peace, love, & misunderstanding
(Paz, amor y malentendidos). Lo lamentable es que no pude verla completa, ya
que la agarré justo a más de la mitad. Por eso insisto en lo de la palabra que
llega en el momento indicado.
Infinitud de listas de reproducción son reales camas en las cuales reposar cuando hay noches eternas, compañías fortuitas e inesperadas en las que uno se prueba para entender mejor la lección, que haya querer e intención en desarmarse a sonrisas, evitar lastimar para que la vida no lo sorprenda a uno como un bumerán... Ciertamente, se siente mal caer al vacío, empujarse, pero es reconfortante construirse las alas. Así se suelta, sin lastimarse.
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