16 de febrero de 2025

Otro sábado más


Hasta hace una semana había considerado a los días como hoy “otro sábado más”. No pensé que una frase como esa tuviese una trascendencia enorme, ya que siempre me contradecían conque el sábado era un día menos de vida. En realidad, es así. Son 24 horas de tu existencia que se van entre el trabajo, la cotidianidad y las esperanzas de algo bonito.

Ni siquiera me acuerdo del porqué darles esa connotación. Creo que contaba los sábados que me quedaban del primer semestre del contrato laboral, algo así como un control de los días que me faltaban para poder cobrar mi primera prima del año. Sin duda, era una fecha muy esperada y, si no me equivoco, siempre eran entre 21 y 22 sábados. Me cansé de la matemática y empecé a llamarlos “otro más”.

Eran “otro sábado más” porque, a pesar de lo buenos o no tan buenos que podían llegar a ser, la frase me cautivaba y me hacía vivir plenamente lo que el día me había otorgado luego del estrés normal de estar hablando inglés por casi 9 horas continuas. Después de las 5:00 p.m., mi celular siempre enfocaba arriba o al frente para capturar el cielo durante el cansancio, las palmeras del Virgilio Barco en la avenida Gran Colombia, o de cómo se sentía ver las cosas con dolor en los pies, las rodillas y el infaltable pequeño ardor de garganta. Me calmaba con las dosis de azúcar y la crema de los helados de chocolate.

No voy a negar que me van a hacer falta esos pies de fotos al final de la semana laboral. Dejar de llamar mis sábados así se percibe como una pérdida más de las tantas que se acumulan en este corazón lleno de heridas que de pronto brotan en determinadas horas. En mi galería, de las miles de fotos que voy coleccionando, las del sábado pueden verse como las más sentidas. Inmortalizados quedaron los abrazos, las lágrimas, las vivencias, las sonrisas… Algo muy bueno o lo contrario pasa ese día. De vuelta a la casa, el conductor del bus o del taxi lleva en su transporte a este profesor, bien sea contento o lamentándose de lo que no pudo ser.

En cápsulas del tiempo quedarán estos ratos de reflexión, nostalgia, felicidad momentánea o rutinas de este paciente irreparable. Imborrables son y quedarán. La riqueza de las experiencias valió y seguirá teniendo su relevancia, aunque ya no los designe así. Los extrañaré, sin haberlos perdido del todo.

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